Me gusta despertar con el café de tus ojos.
Beber del azúcar que me das con tus labios.
Que me encuentre adornada y acurrucada en tus brazos.
La gloria en tu figura, paisaje en albas y ocasos.
Que seas tú el que me devore siempre a besos.
Dejarme enamorar por la ambición de tus sueños.
Acostumbrarme a tus risas y tus atropellos.
Que me recites melodías, mal cancionero.
Con tu manos me despojes de todos mis miedos.
Enbriagarme en lo dulce de ese tu anzuelo.
Cada despedida con la esperanza de que no sea la última vez en que nos vemos...
Pero detesto más las horas llenas de silencio; preguntarle a mi razón, porqué diablos te quiero?
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